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5 famosos casos de estigmatizaciones

Los estigmas siempre han cautivado a los creyentes al mismo tiempo que despiertan incertidumbre de quienes no comparten sus creencias, sin embargo creas o no, resultan en algo fascinante de ser verdad, pues se estaría hablando de una especie de llamado del mismo Dios de una manera casi literal: marcando tu cuerpo con las mismas heridas que Cristo sufrió en su crucifixión.

Las mismas van desde las cinco marcas más conocidas, que incluyen las ocasionadas en las manos y pies, así como la herida de la lanza en el costado. Pero en algunos casos se presentan otras y de otro tipo, pues también puede tratarse de las heridas en la cabeza, iguales a la que pudo ocasionar la corona de espinas.

También las heridas en la espalda producto de los múltiples latigazos, mientras que otros simplemente segregan sangre por la piel. Estos son algunos de los casos más famosos en la historia.

San Francisco de Asís

Este podría ser el caso más famoso, al tiempo de ser el más controversial, ya que se trata de un caso ocurrido en el lejano año de 1224. En que Francisco (aún no Santo en ese entonces) comenzó a experimentar ciertos cambios en su cuerpo, mismos que, asombrosamente hubo compartido Jesús al momento de ser crucificado: las cinco marcas.

Esto no lo relató él mismo, sino los demás padres del convento, pues todos fueron testigos de dicho acontecimiento, y tal fue su asombro que lo relataron con todo lujo de detalle, describiendo como las heridas eran tan grandes que se podía introducir un dedo en ellas, heridas que solo algo enorme, como los clavos utilizados en Jesús, hubieran podido realizar.

Fue tan común ver como sus heridas se abrían y cerraban, que las demás personas acabaron viendo con normalidad y respecto a su ropa, continuamente, se encontrada llena de sangre.

Padre Pio de Pietreicina

En 1918, Pio De Pietreicina recibió los estigmas que llevaría por 50 años. Beatificado y canonizado por el Papa Juan Pablo II, durante toda su vida diversos médicos lo visitaron intentando hacer cerrar sus llagas, pero nadie lo consiguió, y a pesar de perder aproximadamente una taza de sangre al día sus heridas nunca se infectaron.

Se hizo famoso por curar enfermedades y hasta profetizar hechos que a la larga acabaron ocurriendo. Para él, dichas heridas no eran otra cosa que una bendición que agradecería toda su vida.

Teresa Neumann

El caso de Teresa podría reconocerse como la de un mártir, pues a pesar de que toda su vida quiso invertirla hacia la religión y a Dios, cuando una granja vecina se incendió y ella fue con la única intención de ayudar, acabó con una grave lesión en la médula espinal que le paralizó las piernas y que además la dejó ciega.

A pesar de esto, ella siguió confiando en la voluntad de Dios, y fue justo después de haber aceptado cualquier destino que este le diera que sus estigmas aparecieron, aparte de que los ojos le sangraban impresionantemente como podemos observar en las fotografías, y así fue hasta su muerte.

Giorgio Bongiovanni

En 1989 tuvo su primera visión, se trataba de la Virgen María donde le reveló su propósito para la iglesia, que se trataba de difundir los secretos que esta misma había ocultado a los feligreses y como prueba física de su misión, se le otorgan los estigmas.

Desde entonces continuamente anunció la llegada del fin del mundo y el regresó de Jesús, sin embargo, las afirmaciones acerca de que los llamados “ovnis” tienen relación con Dios, le ha valido una completa desacreditación de parte de las autoridades en la iglesia, pero sean sus visiones reales o no, sus heridas lo parecen bastante.

Santa Rica de Casia

Su caso data del año 1411, en que después de haberse casado y sufrido en el matrimonio que le dejó dos hijos, logró convertir a su esposo a la religión. Pero al quedar viuda, al ser su marido asesinado, buscó entrar a un convento, al cual gracias a sus oraciones logró entrar, y luego de esto, las estigmatizaciones llegaron.

Su caso resulta extraño, pues en todos los anteriores, según se cuenta en su historia, la sangre que emanaba de sus heridas tenía un olor agradable, algo que Santa Rica de Casia no compartía, pues se cuenta que producía olores fétidos, que a pesar de parecer ser producto de carne en descomposición, nunca le produjo enfermedad alguna, aparte de que nunca cerraron sus heridas.