Hace un tiempo apareció en algunos foros dedicados a misterios y casos paranormales, la historia de un joven y su difunto abuelo. O, mejor dicho, no de su abuelo, sino algo perteneciente y construido por él: un refugio.
Una especie de refugio antiaéreo subterráneo y de grandes proporciones, de pasillos largos y angostos y con múltiples salas, lo que no pasaría a ser más que una simple excentricidad del abuelo, de no ser por una puerta en el recóndito más oscuro del túnel, una entrada tapiada que guardaba el mayor y más aterrador secreto del anciano.
El joven en cuestión contaba que casi nunca había tenido contacto con el anciano, y que el poco que llegó a tener, le bastó para catalogarlo como alguien muy extraño y retraído, serio y de mal genio.
La madre del joven le platicaba que siempre había sido así, pero que luego de su participación en la Segunda Guerra Mundial, ese comportamiento tan extraño se había acrecentado, para acabar siendo el anciano arisco que fue durante el resto de su vida luego del deceso de su esposa. Quien supuestamente había muerto repentinamente, sin ningún indicio de enfermedad.
Cuando el anciano muere, la madre del joven lo invita a visitar su casa para buscar objetos que aún pudieran ser útiles o ponerse a la venta, a lo que el joven accedió.
Cuando llegaron al lugar, la señora le pide que vea el refugio que según el anciano había construido, lo que lo emocionó, pues, imagina como sería visitar un refugio construido con la intención de protegerte ante la catástrofe de una Guerra Nuclear. Seguramente estaría llena de cosas interesantes, pensaba el joven.
En una achatada colina, el anciano había comenzado a cavar sobre la piedra misma y hacia abajo. Al llegar a la puerta, la abrió y con lámpara y cámara en mano, el muchacho encontró unas rudimentarias pero firmes escaleras, talladas sobre la piedra caliza.
El descenso fue mayor al que esperaba, sin embargo, la decepcionó un poco encontrar que en lugar de los espacios preparados y bien equipados que esperaba encontrar, se encontraba con túneles y salas llenas de basura. Aunque según se puede apreciar en las fotos, habían requerido un gran trabajo y mucho esmero en excavar.
Entre las cosas extrañas que el joven comenzó a encontrar, había herramientas abandonadas, juegos de mesa que el hombre hubiera pensado como entretenimiento en caso de la catástrofe y una tina con un recubrimiento encima que seguramente le había servido de excusado al hombre. Lo que indicaba que, o las sesiones de excavación habían sido muy largas, o pasaba la gran mayoría de su tiempo allí.
El túnel seguía avanzando por un largo trecho, hasta que por fin llegó a su final, decepcionado se dispuso a volver cuando notó que, a un lado del final del túnel, había algo, entre basura y objetos, se lograba apreciar una puerta. Quito todo y entusiasmado quiso abrirla, pero vio que la puerta tenía un candado, aunque para su suerte, ya estaba oxidado y en muy mal estado. Y con ayuda de una piedra lo trozó.
Cuando entró, descubrió otro pasillo que derivo en uno más donde encontró lo que parecía el final definitivo del refugio: una especie de caverna. Todo en ella parecía más de lo mismo, pues se encontraba sin objetos interesantes. Sin embargo, luego de un segundo vistazo, encontró que había una especie de tallado en la piedra, que daba la impresión de ser una especia de altar y al mismo tiempo una tumba.
Lo que al principio le había parecido no más una mera curiosidad, o simple deseo por tallar del anciano, sino hasta que comenzó a prestar atención a lo que había alrededor de él, unas especies de rostros tallados. Se preguntaba que había querido decir con ello el anciano, cuando encontró que toda la caverna estaba llena de estos, y que algunos no pertenecían a rostros, sino a calaveras.
Pero fue hasta entonces que tropezó con el mayor horror de todos: huesos. La caverna tenía huesos amontonados, que al primer vistazo había interpretado como trozos de roca, ahora veía como lo que parecían ser huesos de humanos.
El joven cuenta que antes de poder indagar más al respecto escucho claramente una risa detrás suya, y que sin perder un solo segundo salió corriendo con todas sus fuerzas del condenado refugio. Y desde entonces se plantea la pregunta: ¿Tendrán relación los tallados con los huesos? ¿Qué oscuro secreto tenía su abuelo? Pero aquello es algo que el anciano se habrá llevado a su tumba.