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El invitado del más allá

Muchos dicen “No le temas a los muertos, témele a los vivos”, una sabia frase pero no del todo, pues los muertos también pueden lastimar… como es el caso de esta aterradora leyenda ocurrida en la ciudad de Durango, hace más de 100 años.

Todo comenzó con la planeación de una boda entre una pareja de la alta sociedad, los novios se llamaban Verónica y Ramón, de escasos 18 años. Días antes del gran evento, Verónica paseaba en el panteón con sus amigas, cuando de pronto la futura novia tropezó con un cuerpo mal sepultado, y en vez de horrorizarse, la joven le dijo al esqueleto: “te invito a mi boda, no te atrevas a faltar”, una invitación que jamás debió realizar, pues los muertos no olvidan.

Pasó el tiempo y llegó el momento más esperado, el día más feliz de Verónica, al menos por unas horas, pues los novios se casaron ilusionadamente, bajo la mirada de sus familiares, amigos y un extraño hombre que vestía un traje negro y sombrero del mismo color, su rostro era pálido y toda la misa estuvo hincado. Al acabarse la ceremonia, al igual que todos los invitados, el misterioso hombre fue a felicitar a los recién casados, y aunque ellos no lo reconocieron, lo saludaron felices.

De la iglesia se pasaron a la casa de Verónica, donde se realizaría el magnifico festejo, el cual inició con un tierno vals que bailaron los enamorados lentamente, para después comenzar con las melodías más movidas, donde los novios comenzaron a bailar con sus invitados. Verónica bailaba un momento con cada hombre de la pista, y mientras los caballeros pasaban a la novia de mano en mano, de pronto llegó con el hombre que nadie conocía.

Verónica tomó la mano del hombre, y se percató que estaba helada, y mientras bailaban le preguntó: “¿Nos conocemos?” y el contestó: “Soy tu invitado especial”, la muchacha se disculpó pero le mencionó que no lograba reconocerlo, fue entonces cuando el extraño respondió: “Soy la persona que hace tres días invitaste a tu boda en el Panteón de Oriente y me recomendaste no faltar”.

La joven quedó pasmada, no podía reaccionar, pues nunca imaginó que realmente el muerto haya escuchado su mensaje, mientras todos a su alrededor bailaban alegres, el hombre poco a poco comenzaba a transformarse en un siniestro esqueleto aún sosteniendo a Verónica, quien lamentablemente no pudo resistir tanto terror, por lo que murió instantáneamente, a la par que el hombre desaparecía.

Algunos de los testigos cuentan que Verónica murió cuando bailaba con un hombre raro, y otros cuentan que murió mientras bailaba sola…

La leyenda cuenta que el espíritu de Verónica aún pena en la casona y calles a la redonda donde ocurrió su muerte espantosa, pues vecinos y transeúntes de la zona han visto deambular una mujer vestida de novia que traspasa las paredes mientras llora.

Atte. Edy Doo