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La misa de los difuntos

Se cuenta que en el pintoresco pueblo mágico de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, posee una atmosfera mística y especial que permite a los difuntos regresar, pues entre sus calles se relatan espeluznantes historias que han sucedido en el turístico lugar. Una de las leyendas más conocidas es: “La misa de los difuntos”.

La aterradora historia comienza con María Josefina, una mujer viuda de la alta sociedad que dedicaba su tiempo ayudar a los demás, su día comenzaba muy temprano aún de madrugada, pues solía asistir a misa puntal de las cinco de la mañana en la iglesia del Carmen. Su pesadilla empezó cuando una madrugada escuchó las campanadas de la iglesia sonar…

Se levantó de inmediato, y se alistó para salir de su casa apresuradamente, eso si, sin hacer ningún ruido para no despertar a su anciano sirviente; al salir a la calle donde abundaba la oscuridad, no dudo en acelerar el paso, pues la misa estaba por comenzar. Al pasar de los minutos llegó, y para su alivio más temprano que los demás, incluso del sacerdote que oficiaría la misa, así que se sentó frente al altar en una de las bancas de atrás, abrió su biblia y se puso a leer mientras esperaba.

Un silencio inquietante provocó que María Josefina mirara hacia el altar, para así encontrar un siniestro escenario que estaba posado frente a ella, pues todos los feligreses en las bancas no tenían cabeza, y el sacerdote tampoco la tenía.

La sangre de la viuda se heló, y ni un grito era capaz de emitir por la impresión, cuando trataba de agarrar fuerzas para huir, sintió una mano helada tocarla, ella vio primero los pies de la otra persona, y vio que se trataba de un fraile, por lo que le dio algo de consuelo, pero cuando volteó lentamente hacia arriba se dio cuenta que al igual que los demás, estaba decapitado.

Estaba apunto de desmayar, cuando de pronto escuchó unas palabras que del fraile provenían, a pesar de no tener cabeza, este le decía: “hija mía, esta no es una misa para los vivos, es para los difuntos”. Josefina se armó de valor y salió corriendo del templo religioso. Mientras corría, las siniestras campanadas volvieron a retumbar en el pueblo desolado, fue entonces que ella se percató, que eran las campanadas que indicaban que eran las 12 de la madrugada.

Desde aquel episodio paranormal, la gente del pueblo cuenta que la persona que se atreva a entrar a la iglesia del Carmen al pasar la medianoche, cruzará un portal, donde se oficia una misa del más allá.

Atte. Edy Doo