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Leyenda de “La Cubana”

Esta historia se remonta hasta los primeros años del siglo pasado, cuando la terrible enfermedad de la viruela negra se propagó entre los habitantes de Torreón, Coahuila, convirtiendo a la ciudad en un cementerio, la epidemia no respetó genero, edad ni clase social, y por su alto grado de contagio las personas rápidamente eran enterradas, aunque algunas siguieran con vida, como fue en el caso de una prostituta muy famosa que le decían “La Cubana”.

La mujer era la más hermosa del burdel donde trabajaba, todos los hombres que asistían al lugar la idolatraban, y pedían los servicios carnales de la mujer, sin embargo ese encanto que tenía se convertiría en repugnancia cuando fuera contagiada de viruela, ahora todos le tenían asco, lastima y miedo, por lo que obviamente nadie la solicitaba, y además dejaron de ir al burdel, por miedo de ser infectados, ya que La Cubana estaba encerrada en uno de los cuartos.

La madrota del lugar estaba perdiendo mucho dinero, por lo que tomó una inhumana decisión, deshacerse de su popular trabajadora como si fuera basura, por lo que la madrota contrató a unos despiadados hombres para que la enterraran en el panteón aunque la enferma siguiera con vida, a pesar de sus débiles gritos suplicando compasión, La Cubana fue colocada en un ataúd, y fue sepultada bajo tierra, condenada a una muerte lenta y desesperada.

Pasaron los años y el lindo recuerdo de La Cubana se fue borrando de la mente de los hombres, que nunca supieron la terrible muerte que sufrió, sin embargo ella no estaba dispuesta a quedar en el olvido, pues se dice que La cubana se aferró tanto a la vida, que después de su muerte, su espíritu regresó a la zona de la Alianza, donde estaban las cantinas, bares y burdeles.

Por las noches el fantasma de la mujer merodea por las calles donde antes habitó la lujuria, viste de negro y tiene un fino velo que cubre su rostro… Pero a cierta hora de la madrugada, ella tiene que regresar al mundo de los muertos, donde ella pertenece, por lo que justo afuera de la cantina “La Feria”, la Cubana solicita algún servicio de taxi o pide el favor a algún hombre solitario, de que la lleven al panteón municipal número 1.

Se cuenta que un taxista la llevó al panteón a muy altas horas de la noche, ella le pagó y le agradeció por su servicio, pero el hombre intranquilo por su seguridad, le dijo que la podía esperar y llevarla de regreso, pero ella le contestó que ella ahí era su hogar, en un principio el conductor no lo creyó, fue entonces cuando ella se levanta el velo negro, dejando expuesto su pálido y espectral rostro y le dice: “No me espere, aquí vivo desde hace tiempo ¿acaso no me conoce?”.

Atte. Edy Doo