Durante mi infancia y parte de mi adolescencia, vivía en una pequeña ciudad al norte del estado de Veracruz, llamada Poza Rica, es una ciudad muy pequeña y demasiado calurosa donde pareciera que todo el año es verano por sus altas temperaturas.
Yo siempre he sido algo escéptica para las cosas paranormales como para las cosas religiosas, ya que en mi familia nunca se me inculcó alguna religión, mis padres son ateos, por lo tanto mis hermanos y yo igual.
En el fraccionamiento donde vivíamos estaba cerca de un arroyo, había muchos árboles enormes de mangos y los vecinos tenían el rumor que ahí habitaban los duendes, mi familia se reía de todo eso al igual que yo.
Sin embargo, pasaban cosas muy extrañas en la casa pero jamás lo asociamos con duendes, por ejemplo, los controles de las televisiones jamás estaban donde los dejábamos la noche anterior, mi mamá perdía aretes y luego los encontraba en la calle cerca de la casa (obviamente me regañaba pensando que yo lo hacía, pero no era así), cuando éramos pequeños asistíamos a fiestas infantiles y nos daban bolsitas llenas de dulces, al día siguiente solo aparecían los empaques vacíos, y muchas otras cosas más.
Cuando cumplí mis 12 años, mi mamá nos dió la noticia de que estaba embarazada, por lo que toda la familia nos alegramos mucho. Pasó el tiempo y mi mamá ya tenía varios meses de embarazo.
Una noche, hacía mucho calor por lo que mi hermano, y yo dormíamos en la recámara de mis papás dónde estaba el aire acondicionado (la recámara de mis padres estaba ubicada en la segunda planta de la casa), era de madrugada y me desperté por las inmensas ganas que tenía de ir al baño (el cual estaba ubicado en la primer planta).
Baje al baño casi dormida, cuando llegué prendí el foco y cerré la puerta, había un silencio perturbarte cuando de pronto comencé a escuchar de la nada unos pequeños gruñidos y una voz que dijo: “No hay nada, no hay nada”, parecía ser la voz de un niño pequeño, sentí muchos escalofríos pues la voz se escuchaba cerca pero afuera del baño.
Cuando terminé salí del baño, prendí las luces y no había nadie, así que supuse que los ruidos provenían de la calle donde algún niño iba pasando, la verdad ya no quise tomarle importancia.
Volví a apagar las luces y empece a subir las escaleras, en ese lapso, comencé a sentir escalofríos, pues a pesar de que mi conclusión había sido que los ruidos era de un niño pasando afuera de mi casa, pensé que como era posible que a altas horas de la madrugada hubiera un niño en la calle.
Al llegar casi al final de las escaleras, quedé extremadamente sorprendida al ver una extraña figura pequeña salir corriendo de lado contrario de la habitación de mis papás, estaba muy oscuro así que no podía percibir bien que era, estaba aterrada, pensaba que algún animal se había metido.
Corrí hacía el cuarto de mis padres asustada y decidida a hablarle a mi papá y contarle, pero cuando llegué al cuarto escuché que todos estaban despiertos y muy alterados así que prendí la luz.
“Se metió un animal!”, mi mamá decía “¿Donde estabas?, ¡cierra la puerta!”. Todos nos interrumpíamos.
Les pregunté qué era lo que había sucedido, mi mamá dijo que sintió que alguien acarició su panza durante mucho rato. Mi madre al tocar la mano que sobaba su panza, sintió que era una mano pequeña y pensó que era mi hermano, el cual tenía 9 años en ese entonces, mi mamá por instinto quiso tomar su cabello para decirle que ya durmiera, pero al hacerlo comenzó a sentir un terrible escalofrío al sentir una cabeza con poco cabello y la piel del cráneo tenía la textura de piel quemada y al bajar la mano para tocar la cara la mordieron muy fuerte.
Mi mamá aterrada no pudo ni gritar del miedo solo se movió muy fuerte de la cama que se despertó mi papá y ella trataba de explicarle, en esos segundos fue que yo entré a la habitación.
Nos enseñó la mordida, el dedo tenía marcas de unos dientes parecidos a los de un niño de tres años, estábamos muy asustados con lo sucedido que no quisimos salir del cuarto. De pronto comenzamos a escuchar un llanto que provenía de la panza de mi mamá, lo cual nos tenía perplejos a todos, por lo que olvidamos completamente la mordida.
Al día siguiente mi madre le contó todo lo que había sucedido esa noche a una vecina, le dijo que eran los duendes, le explicó que mucha gente los había visto correr en la noche y que por lo general eran muy traviesos y les gustaba tomar cosas y llevárselas de lugar, también agregó que por alguna extraña razón se sintieron atraídos por el bebé y que lo mejor era bautizarlo rápido cuando naciera para que no se lo llevaran.
Mi madre al escuchar todo lo que la vecina le decía quedo asombrada y a la vez aterrada que decidió bautizar al bebé inmediatamente que él naciera.
El día de hoy, mi hermano tiene 17 años y obviamente no supo nada de estos eventos, pero el nació con algún don muy extraño, el absorbe la energía negativa de la gente, cuando alguien le da la mano y esa persona es envidiosa o malintencionada esa misma noche a mi hermano le da vómito y fiebre, a tal punto que optó por no saludar de mano a las personas, más que a la gente en quien confía.
Anónimo (convocatoria de relatos de terror Edy Doo)