Skip to content

La monja y los niños

Contaré una historia que nos sucedió a mi mejor amiga y a mi.

Un día común, salimos temprano de la secundaria donde estudiábamos. Como era muy temprano y no queríamos regresar a nuestras casas aún fuimos a pasear por un arroyo cerca de por ahí.

Se nos ocurrió la idea de jugar a empaparnos metiendo las piernas y terminamos explorando del otro lado del arroyo, de pronto a los cuantos minutos comenzó a llover muy fuerte y estábamos un poco lejos explorando.

La lluvia era tan fuerte que parecía como si estuvieras dentro de una regadera mojándote. Corrimos rápido para regresar pero cuando llegamos al arroyo estaba un poco más lleno de agua y aparte corría muy rápido, nos dio miedo cruzarlo, podría ser peligroso así que decidimos esperar bajo un tipo puente para que bajara un poco la lluvia y después cruzarlo.

Se hacía cada vez más tarde y no paraba de llover, de lo aburrido que estaba comencé a escribir mensajes en el puente, de pronto mi amiga me habla y me dice: “Ya viste a esos dos niños jugando dentro del agua, es bien peligroso”. Pero yo no veía a nadie más ahí, le pregunté: “¿donde?” Y ella me señalaba, pero no había nadie más.

“Estás jugando, yo no veo a nadie…” Ella se asustó mucho y la verdad es que yo también, no parecía que bromeaba conmigo.

Me dijo: “Ya vámonos por favor”, pero era imposible irnos, estaba muy fuerte la lluvia y el arroyo subía cada vez más de modo que podría pasar alguna tragedia, nos aguantamos el miedo, estábamos sentados y mi amiga comenzó a rezar mientras yo para distraerme comencé a escuchar música en mis audífonos.

A los minutos de estar tranquilos, comencé a escuchar unas risas de niños muy fuerte, al voltear a ver a mi amiga ella tenía una cara de espanto viendo hacia mi lado, me quite los audífonos y volteo a ver, vi a dos niños parados hacía unos metros de nosotros, mi amiga aterrada sostuvo mi mano y yo también, pero no dejé que se me notara.

Les pregunté que, qué hacían en ese lugar solos en la lluvia y jugando dentro del arroyo, les hice saber que era peligroso, ellos se voltearon a ver riéndose de mi comentario, les volví a preguntar qué con quien estaban y callados uno de ellos levantó su mano señalando algo a lo lejos.

Mi amiga y yo volteamos hacia la dirección donde señalaba, y vimos a una monja del otro lado del arroyo, ella estaba parada fijamente viéndonos a nosotros, me percaté que cuando notó que la veíamos comenzó a acercarse hacia donde nos encontrábamos, comenzó a cruzar el arroyo sin problemas y lo más escalofriante es que notamos que flotaba sobre el agua.

Mi amiga estaba tan aterrada que comenzó a llorar gritando y trato de correr, pero uno de los niños dijo: “Es mejor que no corras, te va alcanzar”

Yo no sabía que hacer cuando la vimos me quedé completamente en shock, mientras más comenzaba acercarse noté que no tenía ojos se le veían negros, en eso reaccioné y tomé a mi amiga del brazo, nuevamente uno de los niños habló y dijo: “No podrás llegar a casa”.

Comenzamos a correr metiéndonos hacia el arroyo, por más que hacíamos el intento de avanzar el agua estaba tan pesada, que era muy difícil, pero con la adrenalina que teníamos seguimos avanzando sin mirar hacia atrás, también gritamos pidiendo ayuda pero nadie nos auxiliaba.

Mi amiga y yo sentíamos que nos jalaban hacia atrás, no sé cómo lo logramos pero pudimos salir del arroyo, ayude a mi amiga jalándola para sacarla y al voltear a ver hacia donde estaba la monja estaba parada del otro lado del arroyo viéndonos, con una sonrisa escalofriante en su casa, aún al recordarlo me causa escalofríos. Tomó a los niños de las manos y desaparecieron en frente de nuestras narices.

Salimos corriendo, y nos topamos con un señor que pasaba por ahí, le pedimos ayuda y nos sacó de ahí llevándonos a su casa que se encontraba muy cerca del lugar, estuvimos unas horas hasta que parara la lluvia, obviamente el señor se asustó al vernos pálidos y sin aliento, con la voz cortada tratábamos de platicarle pero fue tan fuerte la impresión que tuvimos aquel día que no nos entendía.

Más tranquilos pudimos platicarle bien sobre esa escalofriante monja y los niños, él dijo que nunca había visto una monja, pero qué tal vez era la llorona, pues se decía que varia gente de la zona la había visto.

A mi parecer esa era una monja ya que tenía todos los rasgos de una, cuando pasó la lluvia el señor se ofreció a llevarnos a casa y nos fuimos de ahí.

Mi mejor amiga dice que a veces ha llegado a soñar con aquella extraña mujer.

En fin, gracias a Dios estamos a salvo y no volvimos a ir a ese espeluznante arroyo hasta la fecha. Esta historia la cuento desde Tepic Nayarit.

Anónimo (convocatoria de relatos de terror Edy Doo)