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Mi abuela quiere regresar

Hace muchos años, mi abuela paterna tenía un terrible cáncer que había terminado con ella. Primero su cerebro se fue apagando con una triste lentitud y su cuerpo estaba siendo carcomido por aquella terrible enfermedad; estaba muy mal y los pocos recuerdos fragmentados que me quedan de ella son su piel pálida, el olor a hospital y sus terribles quejidos de dolor.

Cuando mi abuela fue atacada por ese cáncer, mi mamá le visitaba a diario y se encargaba de cuidarla en el hospital. Lo hacía con gran dedicación y mucho cariño, sin embargo ella sabía que no había muchas esperanzas para mi abuela.

Un día ciertamente mi mamá decidió que no iría al hospital pues tenía otros asuntos que atender no eran tan importantes; pero necesitaba darse un descanso de tanta responsabilidad, sin embargo aquel día se levantó con un terrible presentimiento y con la sensación de estar siendo observada.

Prosiguió con su rutina diaria, y aquel presentimiento le atormentaba. Así que decidió darse un baño para aligerar el estrés; y cuando estaba dandose aquella ducha sintió un terrible escalofrío y de repente la pesada puerta de acero del patio se cerró. No era una ventisca, y tampoco era alguien más… ella estaba sola. Sabía que aquel suceso y ese terrible presentimiento, estaban relacionados de alguna manera y sin pensarlo dos veces dejo todos sus asuntos sin resolver y enfiló camino hacía el hospital.

En todo el camino, sentía que algo malo iba a pasar; y estaba segura de que la inevitable y desgarradora respuesta a todos esos sucesos extraños era la muerte que llegaba a pasos lentos. Mi madre llegó al hospital y la lúgubre expresión en el rostro de los doctores le confirmaban lo que ella más temía. “No queda mucho tiempo” dijo el doctor, incapaz de mirarla a los ojos. Mi madre llamó a mi papá y a mis tías; y todos acudieron al lugar tan frío y desolado tan pronto como pudieron. La sala se llenó de llantos incontrolables, hijos arrepentidos y del frío desolador de la muerte.

Mi madre tuvo la fuerza de ser ella quien estaría en los últimos momentos de vida de mi abuela, juntas rezaron un padre nuestro y mi mamá le dijo a la comprensión infantil de mi abuela que todo estaría bien, que estaría en un buen lugar… y mi abuela murió.

Cuando las máquinas iniciaron con su sinfonía presagiando lo peor, aquellos hijos ahora huérfanos de su madre entraron en la habitación con tristeza profunda y todos lloraban desconsoladamente.

Sin embargo esos momentos de tristeza fueron interrumpidos por el sonido de un celular, mi madre revisó su bolso y hubo dos cosas que le extrañaron en ese momento: alguien había cambiado la melodía de las llamadas y la persona que llamaba era mi abuela recién fallecida.

Sin embargo he de aclarar que el celular de mi abuela estaba guardado en algún lugar de esa habitación de hospital. Nadie lo tenía, sólo mi abuela sabía donde estaba.

Mi mamá estaba aterrada, y no se atrevió a contestar, el celular timbró otra vez más y se calló.

Esa noche todos fueron a quedarse a la casa de mi abuela, y una de mis tías lloraba inconsolablemente, llorando de desesperación; mi mamá trataba de calmarla y entonces las luces de la casa se fueron. Mi tía dejo de llorar aterrada y mi mamá nerviosa empezó a echarle la culpa, diciéndole que no dejaba en paz al espíritu de mi abuela.

El tiempo pasó, poco a poco mi papá fue recuperándose de aquella pérdida y sin embargo tras aquel caos floreció una nueva ilusión. Mi mamá quedó embarazada, sentía miedo pues un año antes tuvo un aborto espontáneo a causa del estrés.

Sin embargo, decidió cuidarse y darle todo su amor a aquella nueva vida que estaba floreciendo en su vientre. Todo iba normal pero a los 5 meses de embarazo, empezó a tener pesadillas. Ella soñaba que estaba en la casa de mi abuela y allí estaba ella tan sana y llena de vida, mi mamá la saludaba con gran felicidad y mi abuela siempre le decía que se sentía muy bien donde estaba; pero siempre llegaba un punto en que mi abuela volvía a tener aquella apariencia que tenía antes de morir y le suplicaba a mi mamá que la dejará acercarse a su vientre para que cuando tocará a la bebé ella pudiera reencarnar, mi mamá no se lo permitía pues estaba segura que el frío de su cuerpo mataría a la bebé.

Y así eran todas las noches, mi mamá tenía esa pesadilla y se levantaba llorando asustada. Hasta que un día decidió ir al cementerio y pedirle a mi abuela que la dejará en paz, que más bien se fuera a descansar; y así aquella pesadilla fue cesando.

Mi mamá dice que nunca dejó que mi abuela le tocará el vientre, pero sin embargo cabe decir que el parecido entre mi abuela y mi hermana son similares, su altura, sus ojos y su forma de ser.

Probablemente todo es coincidencia, algo de la genética o tal vez mi abuela si hubiera logrado su cometido ¿Quién sabe?

Anonimo (convocatoria de relatos de terror Edy Doo)