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Ebu Gogo, la otra especie de humanos caníbales

El Doctor Timothy Darrow salió de la selva en shock y con la ropa cubierta de sangre. Apenas llegó a la aldea y cayó desmayado. Como los aldeanos sabían que con él iban otras dos personas, preocupados fueron a buscar a los dos restantes a la selva profunda. Sin embargo, solo encontraron a uno de ellos, y estaba muerto. Pero las condiciones en las que se hallaba el cadáver harían temblar hasta el más valiente.

Su cráneo estaba partido en dos, muchos de sus huesos estaban completamente molidos, y lo más escalofriante: muchas partes de su cuerpo faltaban, como su rostro, que parecía haber sido arrancado a pedazos. Cuando se interrogó al doctor, menciono algo que helaría a los lugareños: “Ebu Gogo”.

El pueblo estaba en la región de Las Flores, que esta en una de las islas de Indonesia, que abarca unos 5,000 km cuadrados, la gran mayoría del terreno está cubierto por selva. Cuando el Doctor y su compañero el Dr. Gary Ward, llegaron, en el año de 1977, su intención era buscar y documentar una serie de aves endémicas de la isla por la selva, por lo que contrataron un guía de la zona llamado: Drajat Suputra.

Apenas tuvieron todo listo partieron a lo más profundo, adentrándose cada vez más a las zonas donde nadie iba nunca. Comenzaron su documentación y una tarde, mientras caminaban por un sendero, de pronto escucharon una especie de aullido, sin que pudieran identificar de que animal provenía.

Con el pasar de los días los aullidos volvieron a repetirse en varias ocasiones, siempre cerca de ellos. Y poco tiempo paso hasta que comenzaran a sentirse observados. Sus nervios comenzaron a acrecentarse hasta que finalmente decidieron que querían saber de una vez por todas qué animal estaba siguiéndoles la pista, por lo que elaboraron un cebo.

Como el sonidista del equipo había logrado grabar el aullido, dejaron el equipo cerca de un claro y reprodujeron la cinta mientras, desde la otra orilla y ocultos entre la vegetación, esperaron.

Una bestia peluda, pequeña, de complexión y mirada humana atendió al llamado y llegó al claro. Ebu gogo, dijo el guía inmediatamente, sudando de miedo. Y el Ebu Gogo, tal vez por escucharlos o por una vista muy aguda, volteo directamente hacia donde estaban.

Los compañeros no entendieron, pues desconocían las leyendas que los aldeanos tenían acerca de esos seres. Solo el guía comprendía lo que pasaría a continuación y les dijo una pista a los hombres: ¿Lo notan? No nos mira con miedo.

En el folclore de la isla, los Ebu Gogo eran justamente hombrecillos pequeños pero muy fuertes, de complexión parecida a la de un hombre, pero casi tan peludos como un mono. Según las leyendas habían tenido contacto con los aldeanos generaciones atrás, y por sus costumbres alimenticias les habían dado su nombre, que significa “el que come de todo”.

Sin embargo, rápidamente se dieron cuenta de la amenaza que eran estos pequeños seres, pues comenzaron a saquear sus cultivos y secuestrar a sus niños, los cuales nunca regresaban. Sin embargo, hacía años que no se sabía nada de ellos, pues según las leyendas los hombres los habían exterminado prendiendo fuego a la entrada de la caverna donde vivían, asfixiándolos. Sin embargo, que estuvieran ahí significaba que habían logrado sobrevivir.

En el claro, el Ebu Gogo se dio la media vuelta y se alejó con la misma calma con que llegó. Asustados, los tres hombres salieron corriendo hacía su campamento, pero cuál sería su horrenda sorpresa, que al llegar encontraron múltiples huellas en el. Mientras habían ido al claro, los Ebu Gogo habían ido a inspeccionar el campamento, los estaban vigilando. Sin perder un solo segundo cargaron con todas sus cosas y huyeron lo más rápido que pudieron. Pero cuando iban en camino se toparon con una especie muy extraña y que durante todo su viaje habían intentado captar.

Así que, haciendo acopio de todo su coraje, prepararon su equipo de escalada y comenzaron el ascenso de un árbol. Cuando repentinamente, el guía, que también estaba subiendo, cayó al suelo. Los otros dos bajaron a auxiliarlo, pero ya era muy tarde, Timothy vio que extrañamente su cuerda había sido cortada. Apenas tuvieron tiempo para asimilarlo, cuando justo en ese momento los Ebu Gogo aparecieron desde los árboles y los atacaron. En el momento comenzaron a desmembrar al guía y a comerlo, cuan caníbales. Y mataron al compañero de Timothy y se lo llevaron.

Timothy, al ser juzgado por asesinato de dos hombres y presunto canibalismo, siempre mantuvo su versión que apuntaba a que solo había logrado escapar gracias a que los Ebu Gogo se habían distraído con sus compañeros, sin que él pudiera hacer nada por rescatarlos. Y al ser considerada como una leyenda de tiempos pasados, las autoridades no creyeron en su versión del ataque de las bestias y fue sentenciado a varias décadas de prisión.

Sin embargo, en el año del 2003, un grupo de arqueólogos encontraron en la misma isla Flores los restos de un espécimen hasta entonces falto de catalogar: una especie secundaria al homo sapiens, pequeños y con las características propias de un Ebu Gogo. Dando una luz de veracidad sobre la increíble y horrenda historia de Timothy.