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El gnomo encontrado en Girona

Los gnomos han existido en el folklor de muchas culturas desde hace miles de años, y mientras que en los siglos pasados se les ha degradado a ser simplemente producto de la imaginación y los cuentos infantiles. Sin embargo, durante mucho tiempo fueron considerados seres reales, protectores de los bosques y de las minas.

Una de las menciones más antiguas de su existencia es en una estatua en que se representa a su supuesta altura real. Con el tiempo se les atribuyó un rostro humano y un cuerpo idéntico al nuestro, pero en miniatura, así como un sombrero distintivo que portaban sin falta.

Muy pintoresco pero difícil de creer, y así fue hasta que, en 1989, apareció una fotografía de un ser extraño, encontrado en un bosque y mantenido en formol; quienes lo capturaron afirmaban que podía tratarse de un gnomo en su forma real.

Dos parejas hacían un pic-nic en un bosque alrededor de Girona, pusieron un radio con música mientras pasaban el tiempo, hasta que de pronto, escucharon un chillido que asemejaba a una carcajada muy aguda.

Cuando lo vieron diminuto ser salió corriendo, y se hubiera escapado si no lo hubieran abalanzado para alcanzarlo. Rápidamente lo encerraron en una jaula y ahí lo mantuvieron durante un día sin comer, pues no sabían cómo alimentar al extraño ser. Un parapsicólogo catalán lo recibió en su estudio, se trataba de Angel Gordon y fue quien lo metió en un frasco de formol, y ahí es donde le tomaron la famosa fotografía.

La criatura tenía una altura de aproximadamente 12 centímetros con piel azulada y manchas en el cuerpo. Por lo que se le consideró un gnomo fue por la protuberancia que presentaba en la cabeza pues, en tiempos antiguos, un ser tan peculiar seguramente hubiera sido asociado con algo sobrenatural, y esa protuberancia interpretada como un gorro, por lo que el distintivo sombrero de las ilustraciones de los gnomos podría provenir de ahí.

Aparte de eso, la criatura tenía orejas largas y una boca parecida a un roedor, con ojos color rojo y algo parecido a un antifaz en la frente. Era lampiña por completo y entre los dedos tenía membranas, como los anfibios, sin embargo, como las ilustraciones de los gnomos, sus extremidades extendidas tenían las proporciones parecidas a las de un humano. Por lo que era una teoría bastante cercana a lo que podría ser el origen de las leyendas de los gnomos.

Las fotos fueron enviadas a distintos patólogos que concordaron en que no se trataba de un feto de algún otro animal, y en su lugar pensaron que podría tener dos orígenes. Primero, que se tratara de una deformidad en otro animal, el cual no se pudo determinar. Y el otro, que podría darle sentido a la teoría del gnomo y al mismo tiempo corroborar el estado desconocido de esta especie animal.

Algún patólogo propuso que se podía tratar de una especie antigua, que se pudo quedar congelada en algún lugar muy alto, y estar ahí criogenizada hasta entonces, que podría tener sentido con la fecha de las primeras menciones de los gnomos en la historia y la falta de avistamientos hasta entonces.

Mientras tanto, hubo biólogos que decían lo contrario que, si se trataba de un feto con alguna deformidad en la cabeza, que de hecho nunca podría caminar como las parejas afirmaban. De hecho, también salió otra historia, que afirmaba que quien lo había encontrado realmente había sido un vecino de Girona, y había sido él quien lo había metido al frasco y algún conocido le había tomado la fotografía.

Lo que acabó haciendo un rumor más grande de su descubrimiento de lo que realmente era, pero al no ser ningún veterinario o biólogo, no supo cómo conservar el cuerpo y por ello, cuando los expertos acudieron el cadáver ya no estaba propio para hacerle exámenes, por lo que lo único que quedó de aquel supuesto gnomo, son solo fotografías. Sin que podamos saber a ciencia cierta si se trataba de un ser milenario o no.