Mucho hemos escuchado siempre de casas embrujadas, o lugares y objetos con mucha mala energía. Y si los fantasmas pueden “impregnarse” tan fuertemente en esos espacios y objetos ¿Por qué no podrían quedarse en una pintura?
Al parecer, según Sean Robinson, un padre de familia de Edimburgo, si pueden, pues no solo él sino toda su familia han sido testigos de numerosos sucesos paranormales en relación a la aterradora obra conocida como: El hombre angustiado.
Siempre se relaciona a este tipo de sucesos con fuertes tragedias que acaban dejando a espectros y fantasmas. De ser así, ¿qué fue lo que ocasionó que la pintura tuviera con ella tal ente maligno? La historia comienza con la madre de Sean, que años atrás había recibido la pintura como regalo (según Sean cuenta) de mala gana, pues no le agradaba.
Desde entonces el cuadro rebosaba de misterio, pues, según la persona que le había regalado la pintura, esta tenía un tono de rojo muy vivido, un tono y una textura propia de la sangre; y supuestamente era la sangre misma del artista, del que Sean no sabe el nombre, pero que su madre le llegó a contar, había acabado suicidándose.
Tal vez por estos rumores que comenzaban a girar en torno a la obra (aparte de lo aterradora que es por si misma), la madre no la quería colgada adentro de su casa y la confinó al sótano.
A Sean siempre le pareció interesante e insistió tanto en que se la regalara que la madre acabó cediendo, no sin antes advertirle que, al principio, cuando se la regalaron no había hecho caso de los rumores y la había colgado, y desde entonces un ente oscuro, que daba el aspecto de un hombre de mediana edad se había comenzado a aparecer en la casa. Haciendo caso omiso Sean lo llevó a su hogar y lo colgó en la habitación para invitados.
Él cuenta que, a pesar de tenerle gran admiración a la obra, su esposa no la recibió con el mismo interés. Y aunque podría pensarse que podría ser su aspecto, el perro mismo de la familia sintió esas mismas energías, negándose a estar en la misma habitación que la pintura.
Justo después de que la pintura llegara a la habitación, extraños ruidos comenzaron a oírse, pequeños golpeteos y como si alguien rasguñara telas con las uñas. Pero Sean quiso mantener la pintura donde estaba pues sentía que esos supuestos hechos no se trataban de otra cosa más que la autosugestión al que la familia se había sometido al saber los rumores y la historia de la pintura.
Sin embargo, con los días los hechos se iban tornando más y más extraños. Pues de la habitación comenzó a oírse el llanto de una persona, y un frío inexplicable rondaba la casa, hasta que, por fin, y como le había dicho su madre, una silueta de un hombre comenzó a aparecer.
Al principio era casi una sombra, pero poco a poco iba siendo más presente. Sean, a pesar de todo seguía escéptico, pues aseguraba que se trataban de fenómenos naturales, completamente comprobables. Hasta que una noche, la esposa de Sean subió a dormir antes que él, y no pasaron ni 5 minutos cuando un grito de la mujer hizo correr a Sean hasta la habitación.
Cuando la encontró estaba muy alterada y yacía en el suelo, como pudo le contó que al acostarse había sentido el peso de alguien más recostarse en la otra orilla, y dando por hecho que era él se volteó, pero no encontró a Sean, sino al hombre de la silueta acostado a su lado, sin forma concreta pero muy real.
Rápidamente la pintura acabo, como en casa de su madre, en el sótano. Y según cuenta, apenas lo hizo los extraños sucesos desaparecieron. Pero empecinado en comprobar que no eran más que sugestión, Sean decidió volver a colocar el cuadro, pero esta vez en secreto, pues si nadie sabía que estaba ahí, nadie se sugestionaría. Pero, casi como si el ente quisiera confirmar su existencia, se volvió más violento.
Era medianoche, y todos dormían cuando Sean escuchó a uno de sus hijos gritar, junto a varios golpes provenientes de la escalera. Salió de la habitación corriendo y al encontrar a su hijo, este estaba al pie de las escaleras confundido, pero sin heridas graves, le dijo a su padre que había bajado por un vaso de agua, y hasta ahí hubiera quedado como un mero accidente, si no hubiera sido por lo que dijo a continuación..
Contó que bajaba las escaleras cuando sintió un fuerte golpe en la espalda, como si alguien o algo lo hubiera empujado. Y a partir de ahí, Sean se olvidó del escepticismo y encerró para siempre a la pintura en el sótano.
Desde que publicó su historia han sido numerosos los expertos en casos paranormales los que se han acercado, y a pesar de que Sean quiere deshacerse de la pintura, todos le han dicho que no puede romperla o quemarla, pues podría enfurecer más al ente. Pues tampoco hay garantía que no esté más en la pintura y se haya instalado en la casa.
Atte. Edy Doo