Todos hemos visto o al menos sabido acerca de las famosas películas de La Momia, seguramente fue el primer lugar en donde oíste el nombre de Tutankamón, o como se encontró escrito en su descubrimiento: Tut-Ankh-Amun.
La historia de la novela, que después fue adaptada al cine trata un relato romántico y aventurero, con un enfoque fantástico que, sin embargo, aun estando basado en la misma época e inspirado en la historia real, de lo que en verdad ocurrió, solo queda la leyenda de la maldición, y de eso es lo que hablaremos hoy.
En 1922, el egiptólogo Howard Carter, que llevaba trabajando por años en la búsqueda de una vieja tumba del que no se tenía ninguna información, pero suponía se trataba de un faraón olvidado en el tiempo. Junto a un extenso equipo de trabajo, encontraron finalmente la entrada, con sus sellos sin perturbar, demostrando que, quien fuera que estuviera ahí, tenía por lo menos 3,000 años sepultado.
Veinte días después, por fin se terminó un agujero hacia el interior de la cámara real donde, efectivamente, se encontraron los restos de un joven faraón que, por su momia parecía haber sido un hombre de rasgos delicados. Entre todos los tesoros que se encontraron y catalogaron, había un óstracon de arcilla con una inscripción que decía: la muerte golpeará con sus alas a aquel que turbe el reposo del faraón. En su momento nadie le hizo caso, pero después dejaría de parecer tan fantástico.
El hallazgo tomó fama internacional, pero pocos meses después, caería la primera víctima de la maldición, aunque en ese momento aún no se consideraba como tal. Lord Carnarvon, quien había financiado la excavación murió de una neumonía fulminante ocasionada por la picadura de un mosquito. Lo extraño comienza desde aquí, pues en la misma hora en que murió, hubo en el Cairo un apagón, y en su casa, su perro aulló terriblemente antes de caer muerto, sin razón aparente. Lo más curioso fue que al identificar la picadura del mosquito, se encontró que Tutankamón tenía una herida en el mismo sitio.
Pero la muerte apenas había comenzado, meses después Aubrey Herbet, que estuvo presente en la apertura de la cámara, murió sin razón, así como Arthur Mace, el hombre que dio el último golpe a la puerta, en las mismas condiciones extrañas. Después, Sir Douglas Reid, quien radiografió la momia, murió luego de enfermar y volver a casa. La secretaria del mismo Carter murió de un ataque al corazón, lo que ocasionó el suicidio de su padre devastado.
Un profesor canadiense que estudió la tumba murió tras un ataque cerebral luego de su visita a la cámara. George Gould, amigo de la primera víctima, siguió sus pasos luego de visitar el lugar de la ya supuesta maldición. Richard Bethell, que ayudó a clasificar el tesoro murió tiempo después de un aparente suicidio, ocasionando también el suicidio de su padre, quien entre sus posesiones tenía un jarrón procedente de la terrible tumba.
Al pasar unos pocos años, las víctimas de la maldición ya habían superado la quincena. Y décadas más tarde volvió cuando numerosas piezas de la tumba fueron trasladadas a distintos museos alrededor del mundo, solo para que poco después de haber llevado a cabo el traslado, los directores de los museos murieran. La última víctima que se le atribuye a la maldición es la de un actor que participó en una película que nunca salió al aire, pero trataba la maldición de Tutankamón, y que no acabó de filmar por un accidente que lo dejó gravemente dañado.
Muchos lo atribuyen al óstracon de arcilla con la terrible inscripción y presagio de muerte, mientras que otros tienen la teoría que en la tumba alguna bacteria pudo haber infectado a todos, sin embargo, aunque esto suene bastante probable, no explica todas las muertes de los allegados y personas que nunca tuvieron contacto directo con la cámara.
Lo más curioso de toda la historia, es que mientras casi todos los implicados principales de la apertura de la cámara murieron rápidamente, el responsable principal: Howard Carter, logró sobrevivir otros 17 años, negando siempre la maldición hasta morir finalmente por causas naturales. Fuera maldición o no, al final, la profecía en la arcilla se cumplió.