Los avistamientos de seres mágicos han sido numerosos desde que existe la fotografía, muchas veces se ha afirmado haber capturado con la lente alguno de estos seres extraños, como las hadas.
La mayoría de las veces son con infrarrojos o resultan en fotografías muy borrosas que no permiten ver claramente nada. Sin embargo, en 1918 un par de niñas consiguieron fotografías que a pesar de la reticencia que la comunidad al principio mostró, muchas personas finalmente creyeron y consideraron reales, y se trataba de fotografías de pequeñas hadas que habían encontrado en el bosque y que, haciendo amistad con ellas, les habían permitido que les tomaran fotos.
Las niñas, Elsie Wright y Frances Griffith, que eran primas, habían pedido al padre de la primera que les prestara su cámara fotográfica para hacer unas fotos al arroyo que había en la propiedad.
El señor accedió, pero tiempo después cuando reveló el carrete se encontró con algo que no comprendía en las fotografías: pequeñas manchas blancas aparecían en muchas de ellas, siempre alrededor de Elsie, quien, al cuestionarle, aseguró tranquila que se trataba de sus amigas las hadas. Al señor le pareció gracioso, pero luego de prestarles la cámara por segunda vez y habiendo capturado algo parecido, les confiscó la cámara creyendo que le estaban jugando una broma.
El tema quedó sepultado hasta que su esposa y madre de Elsie, Polly Wright, formó parte de un grupo de ocultismo conocido como la Sociedad Teosófica de Bradford, y en cierta ocasión comenzaron a hablar de hadas.
La señora mencionó las fotografías, y en una siguiente sesión las llevó donde fueron vistas por todos, y al parecer les parecieron bastante reales, pues muy pronto se hicieron nuevas copias más claras para descubrir si había algún tipo de engaño, por lo que se le encargó a un fotógrafo profesional hicieran el revelado, y tampoco encontró indicio alguno de manipulación.
El asunto rápidamente tomó relevancia en el pueblo y llegó a tales niveles, que el mismo escritor Sir Arthur Conan Doyle, autor de Sherlock Holmes, se interesó por las fotografías y acabó escribiendo un artículo del tema para una revista, lo que popularizó las fotografías todavía más. Pues aunque al principio Sir Arthur opinaba que seguramente eran falsas, luego de mostrárselas a Sir Oliver Lodge, un psíquico importante de la época, dijo que se trataba de bailarinas vestidas de hadas.
Sin embargo, para Sir Arthur dejó de parecer un engaño luego de conocer a la familia, pues le parecían personas honestas. Para probar la veracidad de las fotografías, Sir Oliver les dio una cámara con placas únicas que difícilmente podían ser falsificadas, pero a pesar de ello, las niñas lograron capturar una foto con dos hadas nuevamente.
A pesar de ello, las personas seguían con la opinión dividida, pues aunque algunas consideraron esto último como la máxima prueba como la veracidad, para otros, la ropa era la prueba de lo contrario, pues consideraban que representaba a la vestimenta más estereotipada de un hada, por lo que podría tratarse de una imagen sacada de otro lado, pero tampoco se encontraron similitudes exactas con imágenes de algún libro o revista. Y los que lo apoyaban decían que la vestimenta de dichas criaturas no podía ser de otra forma.
Durante los años tanto detractores como gente que apoyó la veracidad de la historia, siguieron presentando argumentos a ambos lados. No fue hasta 1971 que de nuevo, una niña del lugar, sin conexión aparente con Elsie, sacó fotos parecidas, lo que volvieron a abrir el debate. Y muchas entrevistas fueron hechas a Elsie, su prima y la niña.
En algunas se mencionaba que las fotos eran reales pero que ya no podía comprobar su existencia, después salieron otras donde se afirmaba lo contrario. Por lo que, la única verdad real es muy difícil de saber. Ya que las personas que apoyaron siempre a Elsie, aseguraban que había declarado la falsedad solo por la presión social que habían experimentado desde su infancia.